Cerraré las ventanas de mis ojos.


    Y el cielo pintó de gris la ilusión del arcoiris, retornando húmeda la tristeza con el llanto de las hojas caídas. La utopía huyó despavorida sin dejar rastro de su ideal perdido, ni tan siquiera el espejismo de que algún día estuvo atada al ensueño de un místico desvelo. Seráficos seres dibuja el firmamento, como elfinas que surcan el gran espacio entre mi mundo y el universo alado de mis sueños, y los elfos oscuros del pasado, se esconden en el subsuelo moribundo de un recuerdo. Y el cielo gris me reta, desafiante en la suntuosidad omnipotente de su poder supremo, y  mis sueños ascéticos en su espacio infinito, escapan al solitario mundo de quimeras sin rumbo, extraviadas, que vagan en el contradictorio espacio de mi teosofía iluminada y la misantropía melancólica de mi soledad. Y el cielo sigue pintando de gris mi dia, sin remedio, se oscurece  el entorno que lo ensombrece todo, no  hay otro camino,  sólo contemplar la magnificencia de su  mágico empeño de cambiar el destino excelso de mis sueños. Cerraré las ventanas de mis ojos,  y en el mundo subjetivo de mis letras y versos, dibujaré otro cielo y un arcoiris tierno, en el silencio  suave de delirante ensueño, atrapando en mi alma la angelical quimera que enamora mi mundo espiritual,  aunque allá afuera, el gris de la tristeza fecunde de oro ocre la alfombra de hojas muertas.






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