Cuando apenas sonríes mi dueño
He vagado en ardientes moradas y sentido el preludio de cuerpos cuando beso el instante que amabas. Y te quiero de nuevo en mi aurora añorando tu sexo que atrapa, porque soy en tus brazos gaviota. Sé que elevas al cielo mi aliento y en preclaro horizonte me escapo: cuando siento el susurro discreto. Me sujeto al edén que fusiona el delirio de amar tus requiebros y el instinto viril que eclosiona. Cuando anidas mi alma travieso en la luz cenital que se postra, ante el gozo sagrado y dantesco. Floreciendo el adagio en mi boca cuando apenas sonríes mi dueño: y el placer clandestino trasnocha. El placer clandestino trasnocha si el desvelo se enreda y conspira en la osada aventura amorosa. Y estremece hasta el Sol la porfía del bohemio sediento, lascivo que sutil y vital acaricia. Con celoso suspiro genuino atesora pasiones e instantes de leales momentos vividos. Sin temer al