Que nada se confunda



Que el mundo no silencie sus quimeras
ni encierre la razón de la añoranza.
Que expire la arrogancia que arrebola
y el fuego del amor cual almenara
se nutra libertino en las auroras,
en tanto perseveran las palabras.
Que el eco retumbando en el silencio
irrumpa el armonioso pentagrama,
con notas hacedoras de victorias
fluyendo sin control y desde el alma,
si ilusos laberintos entre anhelos 
 hilvanan confidentes sus batallas.     


Que nada se confunda con promesas
y el viento no atropelle las plegarias, 
que el loco desatino de la euforia
se pierda en la maldad de la falacia  
y borre la crueldad de las secuelas  
del odio retador que desampara.
Que el grito espiritual en los desiertos 
escrute un horizonte sin venganzas
y el  verbo inspirador de sus historias 
testigo de un oasis de esperanza,
revele sus primicias sin misterios
ni absurdas intenciones prejuiciadas.





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