Eterno seductor
Tú conviertes cada ocaso en primavera cuando besas mi mirada con tus ojos, cicatrizas las heridas, los enojos y aseguras la razón de tanta espera. Siento el alma revolar con la quimera si alimentas mis instantes con tu magia y me aferro a la ilusión que me contagia porque encuentra la verdad más prodigiosa, en lo pleno, en lo esencial de cada cosa que comparte el ideal que no se plagia. Tú conviertes mi desierto en alameda surtes vida y amenizas los encantos, eres fiel en el dolor, en los quebrantos y el eterno seductor que me desveda. Tan intenso es tu versar que hasta me enreda en el sano laberinto del ensueño, te apoderas de mi trino y de mi sueño y te atreves a besar nuestra excelencia con onírico placer desde la esencia del andar que te permite ser mi dueño.