En la apariencia absurda


En solo un abalorio de vidrio y lentejuelas
como el inofensivo relente de un arpegio,
permanece furtivo y ufano el sacrilegio
 que no cree en el perdón, ni mitiga secuelas.
 
No sabe del enigma de citas y de esquelas,
de rosas escondidas y del suspiro egregio.
No sabe del arcano rubor del sortilegio,
ni del mito de almas peregrinas, gemelas.
 
Tan solo el galanteo hialino y malicioso
susurró su falacia cual pérfido embustero,
flagelando el estigma sangrante y sigiloso.
 
Y no brilló discreta la luna ni el lucero,
se desbordó la intriga del odio silencioso
en la apariencia absurda de amante prisionero.  
 
 
 
 
 

 

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