En el beso inefable


He de contar la historia de aquel ángel perdido
que perturbó el silencio cual impetuoso azar,
atávico de anhelos  en sueño conmovido
que enajenó en un beso de Adonis su bregar.
 
En el arcén divino y afín del subconsciente
subliminal del ángel brillante y ancestral,
se desveló la noche inquieta de repente
en la fosforescente quimera espiritual.
 
Armonizó perfecta la cenital entrega
en el vaivén intenso del tórrido abrazar,
de suspiros ardientes que en el placer doblega
 el empíreo horizonte de ufano despertar.
 
Y se encontró aquel ángel insomne y delirante
con la beldad preclara que alucina de amor,
en el delfos que inspira galanteo excitante
cuando el gozo del alma conquista seductor.
 
Mientras tanto conservo la bohemia mirada
de aquel ángel besando peregrina ilusión,
cuando admiro genuina la verdad susurrada
en el beso inefable de su etérea pasión.
 
 
 
 

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