En la promesa escondida
Mece el céfiro la ausencia
en la triste despedida,
vuelve el ocaso, el quebranto
compartiendo la agonía
que vitupera en el llanto
de la quimera perdida.
Se estremece y se silencia
la tonada confundida,
en el total desencanto
y en frugal melancolía
se reviste el camposanto
con la lágrima encendida.
Mece el viento la apariencia,
la que trastorna la vida,
la que congela el encanto,
petrifica la alegría
y multiplica el espanto
en la promesa escondida.
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