Soneto a mi madre


Madre mía: tan virtuosa y soberana,
eres rosa en el jardín que no suspira
marchitada en el dolor porque te inspira,
el milagro del amor cada mañana.
 
 Me acaricia tu sonrisa cotidiana
bendecida por el brío que delira,
cada instante de añoranza que conspira
de alborozo en el azar de mi ventana.
 
Algazara de jazmín y rosaledas
se desvelan generosas y esplendentes,
cuando admiro sin recato tu denuedo.
 
Y descubro las albricias sorprendentes
que superan las nostalgias y hasta el miedo,
mientras tanto tú  acrisolas alamedas.
 
 
 


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