Por el hoy que vivimos y por el mañana que nos espera

 
Mamita mía:
¡Cuánta emoción al escribir estas líneas que nos une con la fuerza del pensamiento!
Apenas unas horas que hablamos y esa voz hermosa que brota de tu alma dulcemente,  permanece con el eco inagotable del amor que hace milagros, levita en el sublime espacio que nos acerca aún en la oquedad del exilio, que impide el beso de tu corazón y el consuelo de tu amparo sanador.
Han sido tantos años separadas físicamente y esa lejanía duele. Inevitable dolor que no nos quebranta porque sabemos que la fuerza incondicional y la lealtad que nos une, no conocen de fronteras ni distancias. Siempre me dices que el universo conspira para que nuestro cariño se multiplique y nos haga más fuertes, más dedicadas, más humanas, bajo un mismo cielo que nos ampara con el cenital lucero confidente que tú y yo pactamos, el día de nuestra despedida en La Habana. Y  así lo siento, sin perder jamás la ternura, la delicadeza y la firmeza día a día, aún cuando lágrimas fluyen para inundar el alma en la tristeza y la nostalgia, la fibra de tu amor es el alimento inefable que nutre mis empeños y ahuyenta los ocasos.
Tú depuras mis angustias madre mía,
eres fuerza en el azar de mi añoranza.
 tú presientes la tristeza, la desdicha
y las dudas que atropellan mis palabras.
 
Eclosiona tu nobleza en la mirada
que trasciende en la energía peregrina,
inspirando la cordura, la constancia,
la mesura y la virtud sin avaricias.
 
El elixir de tu amparo madre mía
cual delicia  en el albur de mi esperanza,
es remedio en el remanso que optimista
se renueva en primaveras prolongadas.
 
Aquí estamos tú y yo mamita querida, siempre unidas por las bendiciones del afecto maternal que lo supera todo. Yo desde este lado del mundo y tú en la tierra amada que nunca olvido.
Pronto estaremos juntitas, si Dios quiere y entonces recuperaremos este tiempo en que los abrazos se detuvieron en el mismo instante en que el exilio distanció nuestras vidas. Para ese entonces la vida nos abrazará en su algazara y daremos  gracias por cada gota de rocío, por el arco iris, por el árbol que madruga su júbilo en el fruto de primavera y por aquel que despide su última hoja en el hastío del otoño. El ayer será tan solo eso que se prendió al recuerdo y ya no habrá más llanto, ni lamentos, ni quebrantos.
Por el hoy que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de arcanas esperanzas y atávicos senderos, te amo mami.
Tu Pocho: tu hijita Aimée.
 Mayo 11 / 2013
 

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