Vitupera el otoño.

 
 
Me sonríes y despides las euforias
con la carga de emotivos sentimientos,
tan dilectas y esplendentes cual historias
que alucinan el terral de sus lamentos.
 
 
Hubo albur más que traviesas intenciones,
en el hálito fugaz de tu presencia.
Hubo el fresco regocijo de ilusiones
en el túrbido placer de tu inocencia.
 
 
Me sonríes en el tórrido remanso,
abrazando convulsivo los vacíos
del empíreo rosicler de mi descanso:
cual relente que obsesiona sus hastíos.
 
 
Hubo ingenio en el verano que se esfuma
levantisco, seductor y turbulento.
Hubo inquietos laberintos en la bruma
del ocaso cenital cual desaliento.
 
 
Y septiembre me consuela solitario,
su algazara se consume con la brizna
y el otoño vitupera a su adversario
con el ocre cenital de su llovizna.
 
 
Hubo besos de veranos y de otoños,
despedidas con suspiros de quimeras
en ilusas alamedas de retoños
y  requiebros de añoradas primaveras.

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