Heredera marchita
que vaciando tu vida del perdón con la ira,
vas llenando rincones con rencor y perfidia
y el dolor te consume desolada, vacía.
Aferrada a un don nadie que te asfixia y mutila,
que oscurece vacíos y ensombrece la vida ,
no tolera el decoro pregonando violencia,
con la burda jactancia de egoísta profeta.
Vanidosa te encierras, petulante y grosera,
le facturas al mundo lo que el odio te deja,
la soberbia malsana sin bondad que enajena
lo mejor de tu alma que solloza en la espera.
Eres hielo y escarcha, presunción e insolencia,
arrogancia que ignora la bondad que se acerca
y tus ojos mancillan, tu osadía no cesa,
en procaz ignorancia de tu infiel reverencia.
Heredera marchita de la angustia sin nombre,
me lastimas de veras, no toleras mis dotes
y la envidia cercena, restringiendo el cariño
que suspira en la espera solitario y vacío.
Te dedico la angustia , el dolor de mis letras,
han pasado los años y tú sigues bohemia,
entre rabia, nostalgias, arrogancia y esquemas,
ignorando en tu hielo la inasible tristeza,
filigrana de angustias, exiliada de penas.
Dedicada a esa persona que tiene la capacidad de ignorar la presencia del cariño, que no me tolera, tan solo por ser la esposa de su padre.
El tiempo acaba poniendo a las cosas y las personas en su sitio.
ResponderEliminarun abrazo desde isla de luz