Destello y despedida.
El álgido destello perpetúa,
la esquela luminosa de sus manos
algentes en los valles cautivados
y azares: contingencias de su albura.
Despiden la estación que se confina,
al sueño del abismo y su fortuna,
la yerma soledad, cumbres de dudas,
que gélidos desiertos desafían.
Se esconde en el remanso de su suerte,
la diáfana princesa de las nieves.
En ártico descanso desvanece,
la nórdica ventisca que estremece.
Contempla en su silencio reservado
el piélago profundo e inasible,
del hielo confundido y desterrado
vagando peregrino e irascible.
Tan vasto en el abismo de su enfado
retando en el austral advenimiento,
la gélida estación cual sortilegio
de nieve perpetuadas de quebrantos.
El ciclo que extrapola las nostalgias
vistiendo de esperanzas la anarquía,
despide la boreal melancolía
y asperge primaveras de caricias.
Destino que se aferra a la porfía
cual noria con sus huellas indelebles,
prepara en el ocaso decadente
el genio del otoño que palpita.
El álgido esplendor de su blancura,
inmerso en el albur de amaneceres,
despide la pasión que perpetúa
espléndidos azares que convergen.
¡ Destellos que acarician despedidas,
destinos que se gozan de placeres !
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