Aunque el tiempo desespere en su añoranza

Es divino atesorar lo que nos habla,
lo que llega tras intentos mientras crece,
la abundancia de un amor que persevera
aunque el tiempo desespere en su añoranza
y esperemos las soñadas primaveras
en el medio de batallas que engrandecen.

Es intensa la pasión que nos domina
la que emerge en el azar del laberinto,
la que acepta la verdad sin cuestionarla,
reinventando los caminos que concilian
las acciones con los sueños que aquilatan
 estampidas de desiertos compartidos.

En lo intenso, en lo genuino, va la esencia
la que inunda desde el alma el horizonte,
la que busca en el sendero prioridades
con la humilde libertad, sin más soberbia,
compartiendo lucidez en los instantes
mientras surten sus desvelos las razones.

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