Sentados a la sombra de un laurel, mirando el horizonte sin propuestas, estaban consumiendo los minutos en la contemplación sublime y sin palabras. El abismal silencio confundido con el misterio del aire, la brisa celestial y el arrullo de las alondras en su tierna sinfonía. Arco iris de reflejos entre las ramas y el silencio, consolidando su alianza con el desafío ante lo incierto. Ella toda de azul, él todo de negro. Contrastes metafóricos, reto eterno entre la inmensidad de lo celeste y el arcano misterio del silencio lúgubre de la oscuridad. Estaban allí, perdidos entre quien sabe cuantos pensamientos. La belleza del universo vasto, su majestad excelsa entre el verdor de la llanura , el desafío lejano de las montañas en sus cimas tocadas por las nubes, besando cada rayo de Sol como novias regias del paisaje, iban dejando sus estigmas matizando primaverales destellos y presagiando azares. El murmullo del manantial travieso, cristalino y seductor e...
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