Cascadas de Luces: Ven Amor.: Ven amor , que inspiras mis enigmas, cual mágica virtud de tu sonrisa. Ven amor, anclada está mi alma si acaricia, la noch...
Arrullos de las noches en versos y alamedas indómitos refugian postreras rosaledas, verdor de la esperanza bordada en moraledas y aroma de los cuerpos a espliegos y arboledas. Murmullos que esplendentes aspergen las praderas, dondiegos que florecen nocturnos cual quimeras parecen arco iris de ufanas primaveras, danzando con las musas arúspices esperas. Romances subversivos de versos que traviesos ingenian talentosos primores que confesos, susurran en gemidos crepúsculos ilesos y apresan peregrinos amantes entre besos. Persiste el desafío de célicos misterios endrinos y azulados de ascetas cautiverios y espíritus bohemios vagando sus imperios, en noches perpetuadas de azules primicerios. Vergel de los versales en montes de azucenas y anáforas postradas de imágenes serenas, arrullan las nostalgias de noches y verbenas en prosas recitadas que rompen sus cadenas.
¡Oh Madre del amor, las esperanzas, mambisa del terruño caribeño, me acerco a la humildad de tu silencio leal en el sudario o la algazara! Oh Madre del consuelo y de la alianza virtuosa de la fe que no traiciona, paciente misionera en las auroras testigo del hacer sin arrogancias, genuina en el espíritu que adora la infusa humanidad que se aquilata. ¡Oh Madre de la Luz que vida irradia celosa vigilante en los desvelos, que sufre las desdichas de su pueblo y nunca pierde el alba en la mirada! El aura de la estrella soberana defiende con honor su vehemencia, presume del estío en las riberas abraza en las impávidas jornadas, no importa si es otoño o primavera: su manto celestial siempre nos guarda.
Escritas a la medida para todas las edades, revelando realidades las letras versan la vida. No habrá fuente prohibida para quien justo se atreve al reto que se conmueve, junto al tesón y al denuedo para defender el credo con el amor que promueve. Con el amor que conmueve va la musa misionera, vestida de primavera perfilando su relieve. Mientras la razón compruebe esa verdad que da calma, nos deja esa fe que ensalma, que bendice hasta el anhelo, cuyo límite es el cielo porque quien versa es el alma. Porque quien versa es el alma que fortalece y enmienda, que sabe sanar, remienda la cicatriz que desalma. La virtud no desempalma, conecta y echa raíces, sacude las directrices que esclavizan y atormentan nostalgias que nos presentan sus marcadas cicatrices.
Mientras besa la lluvia con su arpegio solemne el enigma del cielo su albedrío nos deja, confirmando su impronta, su benéfica huella entre tanto la orquesta presurosa se ofrece. Es hermosa y sublime la mimosa cadencia cuando firme requiebra vigorosa los valles, melodiosa fortuna que se luce entre azares en colinas de anhelos y pendientes severas. En el manto del río la sonrisa campestre hace guiños que acogen lo feraz y lo intenso y el torrente que fluye por el cauce revuelto se acicala en la esencia del hechizo que asperge. Nos regala el abrazo, la pasión de su ofrenda mientras goza el diluvio del instante divino, concentrado en sus notas, festejando el arribo va luciendo sus galas el Otoño que espera. Mientras besa la lluvia con su arpegio solemne es hermosa y sublime la mimosa cadencia, en el manto del río la sonrisa campestre nos regala el abrazo, la pasión de su ofrenda.
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