Y crece en la palabra
El cristalino manto que ha de vencer la noche
abraza la esperanza en medio del quebranto,
ha de encender la hoguera que ilustre al universo
cuando el hastío irrumpa con lágrimas de ocasos.
El alba trae consigo miríadas de anhelos,
invade la nostalgia el verde de los campos,
se asoma el desafío que impetra con ahínco
y estrumpe el estallido audaz de lo inmediato.
Ofrece la energía vital de sus razones
la vida en su periplo de instantes consumados,
bien sabe del camino que impulsa nuevos retos
a pesar de lo angosto, lo infértil, lo inhumano.
La voz del pueblo asume la ira de los tiempos,
no hay cerro que le impida alzarse en su llamado
y expone la consigna que asume la respuesta
sin miedo, sin angustias de sombras ni mandatos.
Y crece en la palabra feraz el fiel Quijote,
en medio de la lucha concibe sus milagros
y es su broquel la fuerza que fulge intensamente
venciendo a la indolencia que acosa en su arrebato.
Mientras tanto presume su insignia la catarsis
que absterge y purifica lo insípido, lo vago
y bruñe desde el alma la fértil abundancia
de egregios sentimientos que no mueren en vano.
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