Con pinceladas de oro
Sopla el viento mañanero
junto a la brisa atrevida,
con sonajas va la vida
alborozando el sendero.
Regocijo callejero
revuela mientras se inspira
el rosicler con la lira
intrépida, enamorada,
melodiosa y obstinada
cuando el desvelo conspira.
Irreverente el verano
en su apogeo divino
vuelve azaroso, genuino
placentero y cotidiano.
Nos sorprende de antemano
con sus cálidas caricias
y acompañado de albricias
va superando quebrantos,
mientras alcorzan encantos
sus auténticas delicias.
Vuela la musa traviesa
entre rosas y jazmines,
los zunzunes danzarines
saborean la sorpresa.
Es la estación que regresa
con pinceladas de oro,
junto al céfiro sonoro
deleita con la ambrosía,
detonando en melodía
que presagia su tesoro.
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