A esa dicha suprema



A esa dicha suprema de adorarte
así con la mirada vehemente
sin celos, ni conductas displicentes
le sumo la verdad con sus detalles.

Aquellos que no piden, solo entregan
su tiempo, su pasión sin condiciones,
leales al amor y a sus colores
son libres de alcanzar más que quimeras.

Se añaden la virtud y la paciencia,
la osada lealtad y la confianza,
la vida, sus azares, sus distancias
y el rostro del vivir sin apariencias.

Aquellos que no exigen por sus actos 
e ilusos visualizan palmerales,
enfrentan con valor los avatares:
¡No imponen recompensas ni contratos!

A esa dicha suprema de entregarse
sin vanas pretensiones ni espejismos,
le agrego cada instante de cariño
y el gozo del placer incalculable.




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