Aroma de engaño.


Me llegaron tus rosas con  aroma de engaño,
delicadas y bellas, ingenuamente hermosas
me llegaron calladas en silencio apagado
y tu postal sellando un suspiro  en mi espacio.


Enigmáticos, suaves, sus pétalos dorados
con  aroma de engaño inefable y seráfico,
me llegaron las rosas en el gris reservado
de la inercia forzada de un misterio escapado.


 No sentí tu  presencia al tener en mis manos
 la suavidad virtuosa del dorado regalo,
 el amor no se compra con aroma de engaño
 y el dolor se condensa, el perdón no ha llegado
 si tus rosas son solo un camino frustrado.


En la línea aparente de mi horizonte alado
tus rosas me sonríen esperando el milagro,
que un azar venturoso, inefable y romántico
cicatrice la herida que el dolor me ha dejado.

Hoy recibo tus rosas con aroma de engaño,
divinidad sublime con atractivo encanto
y mi universo triste, poeta y solitario,
cual venus de lirismo, bendice con mi llanto
los versos que te escribo con pétalos dorados.



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